En una noche de domingo de noviembre del 2016, mientras viajaba en la ruta Bucaramanga-Bogotá, fui sorprendido por un fuerte dolor en el lado izquierdo del abdomen. La cosa se veía grave, por lo que el piloto solicitó aterrizaje de máxima prioridad y emergencia, una ambulancia me esperaba en pista, allí fui atendido por una doctora joven y amable. Después de examinarme me dijo, no es nada puede seguir su viaje y tómese esta pastilla. La mire y le dije, perdone doctora es difícil sin exámenes más profundos saber qué tengo, gracias por su amable atención. Obviamente no me tome la pastilla. Tomé mi equipaje, cancelé las dos conexiones que tenía a USA y en un taxi me dirigí al hospital Universitario Santa Fe de Bogotá, donde después de varios exámenes y estudios me diagnosticaron pancreatitis severa. Estuve hospitalizado 16 días, tiempo suficiente para reflexionar y decidir que debía actuar y encontrar las causas de estos serios quebrantos de salud, pues era la segunda vez que me encontraba en la misma situación antes de un viaje a USA.

En los últimos 35 años, he tenido múltiples problemas de salud. En este periodo de mi vida, fui operado por apendicitis, cálculos de vesícula, hernia hiatal y reflujo gastro-esofágico grave. Por más de 20 años tome los famosos y no muy buenos medicamentos inhibidores de la bomba de protones (Omeprazol, Lanzoprazol), etc., que de hecho no corrigieron mis problemas gastrointestinales y que afortunadamente desde hace más de cinco años no consumo. El estudio e investigación me llevo a descubrir que los problemas de reflujo, intestinales y estomacales, eran causado por mi alimentación y por algo conocido como sensibilidad al gluten no celiaco (SGNC); lo que me llevo a dejar esta proteína (gluten) presente en el trigo, cebada y centeno, por lo que, está presente en todo tipo de pan, galletas, postres, pastas, salsas, alimentos procesados y refinados, etc.
El hecho más sorprendente e interesante relacionado con mi salud ocurrió el 3 de noviembre del 2022. Estando en vacaciones, fui sorprendido por una isquemia cerebral, es cuando un pequeño coagulo bloquea un vaso sanguíneo del cerebro, en mi caso se ubicó en el lado derecho paralizando todo mi lado izquierdo con absoluta dificultad para hablar. Han sido muchas las personas que ante un isquemia cerebral les han quedado serias y profundas secuelas.

El ataque isquémico cerebral, fue un momento especial de mi vida y lo sufrí a pesar de no ser candidato, como lo confirmaron los médicos que me atendieron en Armenia y Bucaramanga. Pues, con 68 años no tenía sobrepeso, ni diabetes, tampoco hipertensión, factores considerados de alto riesgo. El único factor atacado fue mi colesterol, el cual, desde hace 11 años que lo analizo, ha registrado un promedio de 240 mg/dl. Pero este interesante tema, será parte de otra discusión. Desde hace muchos años, hago entre 40-60 minutos diarios de ejercicios y tenía una dieta alimenticia, digamos saludable. Sin embargo, había un elemento que no había incluido seriamente en la dieta, y era el consumo de alimentos ricos en prebióticos y probióticos, es decir, alimentos ricos en bacterias, microorganismos y los respectivos nutrientes de este maravilloso zoológico que tenemos en el cuerpo. En mayo del 2020, en plena pandemia del COVID 19, mi esposa fue diagnosticada con lupus eritematoso sistémico, fuerte enfermedad autoinmune más común en la población femenina. Fue un momento único que me llevo a estudiar, investigar y aplicar mucha química para ayudarla y contribuir a su recuperación. Cuento estas historias, para concluir que cuando nos enfrentamos a estos difíciles momentos, nos vemos obligados a actuar y debo confesar que han sido momentos de mucho aprendizaje, reflexión, investigación y estudio. Hoy mi esposa y yo nos encontramos bastante bien, pues hemos aplicado dos conceptos claves: el primero lo enseño Hipócrates hace más de 2400 años: “que los alimentos sean tus medicinas y las medicinas sean tus alimentos”, el segundo es propio de la milenaria medicina Ayurvédica: “Si la alimentación es mala, las medicinas no funcionan y si la alimentación es buena, las medicinas no son necesarias”.

Hoy la ciencia ha establecido que existe una estrecha relación entre las diversas enfermedades y algún tipo de disbiosis, es decir, pérdida del equilibrio de la microbiota, ya sea por cantidad o diversidad (fig. 4). En los últimos 10-15 años, la ciencia de la microbiota ha crecido exponencialmente y ha establecido un fuerte enlace entre el equilibrio, estado, población y diversidad de la microbiota con la gran mayoría de las enfermedades conocidas. La comunidad científica ha confirmado (1)(3)(4)(5) que para tener un buen estado de salud y alejarnos de diversas enfermedades y patologías, debemos cuidar y consentir nuestra microbiota, y eso es algo, que, hasta el momento, ninguna de las dietas conocidas ha tenido en cuenta. Todos escuchamos conceptos como; “si quieres bajar de peso, debes comer menos y hacer más ejercicio” y, como a largo plazo este concepto ha fracasado y no funciona, surge la excusa, “es que te falta fuerza de voluntad”.

El fracaso de las dietas empezó con ciertos conceptos básicos, a continuación, los más clásicos:

1. Para mantenernos en un peso normal, la energía que entra al cuerpo debe ser igual a la que sale.

2. En los años 70’s se estableció, que una caloría es una caloría, independientemente si viene de un pedazo de pan (carbohidrato), medio aguacate (grasa) o un huevo (proteína). Adicionalmente, como 1 gramo de grasa aporta 9 calorías, mientras que, 1 gramo de carbohidrato o proteína aportan cada uno 4 calorías, fue fácil concluir, que la grasa, al aportar más calorías, era la responsable del incremento de peso, obesidad, enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.
Estos conceptos equivocados de la ciencia nutricional, desarrollo el miedo a la grasa y la industria alimenticia que financió esos estudios, aprovecho la oportunidad para desarrollar todo tipo de alimentos cero grasas, pero repletos de azúcar, harinas, aceites refinados, alimentos procesados y llenos de diversos tipos de aditivos y sustancias químicas. Los resultados y efectos de estos errores y decisiones nutricionales los vemos todos los días en las calles y en largas filas en clínicas y hospitales. En Colombia más del 50% de las mujeres y alrededor del 40% de los hombres tienen sobrepeso y obesidad (5) , el principio de muchos de los graves problema de salud.

Otro error, fue creer que nuestras células son incapaces de distinguir entre una molécula de carbohidrato, una de proteína o una de grasa. Las bacterias entraron hasta hace poco como las actrices estelares de esta gran película, pues nunca antes fueron consideradas fundamentales para nuestra salud y hábitos de vida saludable. Antes, por el contrario, han sido atacadas y destruidas, sin tener en cuenta que la gran mayoría de ellas son beneficiosas para nuestra salud y son la primera barrera de protección, dispuestas siempre a defendernos. Tenemos bacterias especializadas para procesar y metabolizar proteínas, grasas, carbohidratos y biomoléculas de todo tipo. Otras son especialistas en síntesis químicas de vitaminas, neurotransmisores, enzimas, fermentan y metabolizan los alimentos que consumimos. Se hizo popular el concepto; Somos lo que comemos, hasta que descubrimos que somos lo que las bacterias hacen con lo que comemos, y esto es absolutamente cierto (1)(3)(4)(6) .

Cuando se alimenta y se cuida bien ese complejo micro mundo de microbios amigos que tenemos en las tripas, ellos en agradecimiento nos devuelven innumerables sustancias químicas, moléculas y metabolitos esenciales y vitales para las diferentes funciones y para las miles de reacciones químicas que se realizan al interior de células, tejidos, órganos y los complejos sistemas del cuerpo humano. Como es lógico, ese micro zoológico complejo que tenemos en los intestinos se alimenta de lo que nosotros comemos. Pero ¿Qué significa alimentar bien la microbiota? En palabras sencillas es incluir en la alimentación diaria, la cantidad, los componentes y nutrientes básicos adecuados, diversos, variados y preferidos por las bacterias, así como, tragar bacterias vivas diversas y en las cantidades adecuadas. La clave radica en la diversidad, dice el Dr. Tim Spector, en su libro El mito de las Dietas (3) . Alimentos diversos y variados ricos en nutrientes, fibra dietética soluble e insoluble, diferentes tipos de prebióticos, muchos probióticos, alimentos naturales de diferentes tipos, tamaños, texturas, colores, sabores y olores (7) . Entre más variada y diversa sea nuestra alimentación, mayores beneficios para nuestra salud y bienestar. Experimentos realizados con gemelos idénticos, han permitido concluir que cierto tipo de bacterias y genes son responsables de que estemos gorditos o delgados. Entre más abundante y diversa sea la microbiota, más nutrientes saludables se extraen de los alimentos y por lo tanto menos posibilidad de aumentar de peso, lo que se traduce en mejor salud y bienestar.
Entonces, la pregunta sigue siendo ¿Cuál es la mejor dieta? O debiéramos decir ¿Cuáles son los hábitos que debemos incluir para disfrutar de una vida saludable? Este será el tema del siguiente escrito. Explicaré los cambios y hábitos que hemos introducido mi esposa y yo para mejorar nuestra salud. Acompáñenos.

 

Uriel Navarro y su esposa Esperanza Velásquez

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