«Buenos días: mi cariño les saluda». Así solía responder Belisario Betancur a las personas que le reconocían en el parque principal de Barichara. Ahí acudía todas las mañanas paseando desde su casa arriba de Santa Barbara. Nos lo contó el artista Joaquín Restrepo, quien hace 6 años ganó el concurso organizado por la Gobernación de Santander y la Alcaldía de Barichara, para realizar una escultura homenaje al presidente: «Ahí está, donde solía sentarse, nos dice, con un ojo en la gente que pasea y con el otro mirando a la alcaldía, para que todos se porten bien».

Le preguntamos a Restrepo sobre su experiencia en Barichara modelando y restaurando el monumento de Belisario. «La escultura, de bronce y banca de piedra, nos costó un año de trabajo. Y un tiempo después de su instalación, la alcaldía juzgó conveniente restaurarla» Ha sufrido, nos dice, «un desgaste de Amor. De besos y cacheticos. Nunca ha sido vandalizada, algo muy raro en una figura pública. Me ayudaron mucho los bomberos de Barichara que pelaron toda la escultura de bronce antes de mi trabajo». Es un estudio académico. Pero las proporciones engañan. Si él se pusiera en pie mediría dos metros. Él era chiquito, pero siempre se le veía muy alto. Es muy difícil hacer un retrato de alguien tan querido» Y el libro, ¿por qué? le preguntamos. «Ah pero si siempre estaba leyendo. Tuve el honor de conocerle personalmente en Bogotá, en el taller del Maestro Manzur, luego su vecino en Barichara. Estaba leyendo, claro. Y le pregunté por su libro favorito: Don Quijote de La Mancha… suspiró! Cervantes. Y ahí están los dos, acompañándose en el monumento. Como debe ser»

Este fue un trabajo conjunto que realizaron Joaquín y el escultor y artesano en piedra, Heriberto Meneses 100% Barichara y que también nos contó:» Me hicieron el encargo con mucho afán porque a los 15 días venían a inaugurar y todo eso. En la cantera escogí una piedra de labor de dos toneladas, pero al volquetearla se partió y nos tocó trabajar hasta las noches».

Heriberto esculpió la banca del monumento. «Soy campesino, llevo en este oficio 33 años y me siento muy orgulloso, porque la talla nos ha dado reconocimiento mundial y por eso viene tanto turismo extranjero. La agricultura es muy difícil y siempre queda uno enculebrado. Por eso me busqué este trabajo. Empecé cargando piedra, un trabajo muy duro. Y poco a poco aprendí a labrar la piedra con el cincel, las puntas y la porra. La pulidora ayuda, pero yo apenas la uso. Ya no puedo hacer mucha fuerza porque la cintura duele mucho. Pero no cambiaría mi trabajo por nada porque cuando uno hace las cosas con el corazón, salen bien».