Es noche de fin de año y queremos despedirlo con una exquisita cena, pues ha sido un buen año, queremos cocinar, pero, nos enfrentamos a ciertos conflictos con la elección del menú. Pensamos, carne y pescado no, nos sientan mal, una ensalada, pero, que no tenga lechugas, ni cebolla, ni tomates, tampoco repollo, espinacas menos, brócoli ni pensarlo, pues nos hacen daño y nos inflama la tripa. El postre, que no tenga leche, ni yogurt, ni queso, pues causan dolores y gases estomacales, el vino tampoco, produce dolor de cabeza. Si esto te parece un chiste, debo decir, que hay millones de personas en el planeta que se ven todos los días enfrentados a esta difícil situación. Cuando digo, que no son los alimentos mencionados los responsables del malestar, miran sorprendidos y preguntan, entonces; ¿Qué carajos es?, la mejor respuesta llega de la Dra. Sari Arponen; Es tu microbiota, idiota (1).
Pero, ¿Qué es la microbiota? En palabras simples, son 200 gramos (1) de bacterias y microorganismos vivos que habitan el cuerpo y que han estado allí desde siempre, inclusive, fueron los primeros seres vivos del planeta hace miles de millones de años.
El cuerpo Humano, es una compleja mezcla de 30 billones de células humanas y 38 billones de bacterias y microbios (microbiota), con una permanente y constante comunicación y conversación entre ellas (fig. 1) (Fig. 2). Se ayudan y trabajan en continua colaboración produciendo sustancias y metabolitos que ambas necesitan, coexistimos en una estrecha relación simbiótica. El hecho que la relación entre células y bacterias aventaje a estas últimas, es un elemento de vital importancia para nuestra salud y bienestar. Por otro lado, si incluimos los genes de esa enorme cantidad de microbios, la diferencia es aún más alarmante. Podemos concluir que si ellas y sus genes están con nosotros es por una muy buena razón, que aún no entendemos en su totalidad. Nuestra salud y bienestar depende de ellas y la de ellas depende de nosotros.
¿Pero cómo llega toda esa cantidad de bacterias a nuestro cuerpo? Para responder es preciso ubicarnos en el nacimiento. Después de 9 meses en el vientre de mamá, llega el momento esperado y pasamos por el canal del parto y allí nos impregnamos y tragamos las bacterias de la vagina y recto materno. No está claro aún, si la colonización de la microbiota del bebé es solo a partir de su nacimiento o existe la posibilidad que empiece desde el útero. La discusión esta abierta.
No existe una microbiota materna única, muchos factores afectan su composición, el tipo de alimentación, consumo de antibióticos durante el embarazo, la epigenética, aspectos socioculturales, geográficos, ejercicio, sueño, hábitos de vida, etc. Estudios y análisis del meconio (primeras caquitas del bebé) confirman la presencia de bacterias y han mostrado significativas diferencias en la diversidad y cantidad de bacterias del bebé nacido por parto vaginal con respecto al bebé nacido por cesárea, en este último, las bacterias presentes se parecen más al entorno hospitalario. Por esta razón, desde hace algunos años, en el momento del parto por cesárea se empapan gazas con los flujos maternos, para luego impregnar todo el cuerpo del bebé con estos flujos ricos en bacterias y lograr de esta forma que él bebé reciba el beneficio de las bacterias de la microbiota materna.
Para demostrar la importancia de la microbiota y su conexión con la dieta en nuestro desarrollo y, por lo tanto, en nuestra salud y bienestar, revisemos por un momento la composición química de la leche materna, quizás el líquido humano y alimento más complejo, maravilloso y perfecto. Está compuesta por: proteínas, carbohidratos, mucha grasa, vitaminas, minerales (Na, K, Ca, Mg, P, Zn, S, Se, Cl, Co, Cr, I), anticuerpos, enzimas, agua y muchas bacterias. Se calcula que la leche materna contiene alrededor de 700 especies de bacterias 1 que deben ser correctamente alimentadas para garantizar su crecimiento y el desarrollo saludable del bebé.
Para alimentar a este maravilloso e increíble zoológico microscópico, la madre produce más de 200 moléculas de azúcar diferentes, las llamaremos HMO (oligosacáridos de la leche materna). Un oligosacárido, es una molécula compleja formada por 3 a 10 moléculas de azucares simples. La variedad y complejidad de HMO´s de la leche materna depende de múltiples factores entre ellos la alimentación, la epigenética, entre otros. Los oligosacáridos hacen parte de la larga lista de prebióticos (nutrientes presentes en los alimentos para alimentar a la microbiota) presentes también en frutas, vegetales, frutos secos, semillas, legumbres, etc.
Los HMO son los prebióticos de la leche materna, están allí, para alimentar única y exclusivamente a la naciente microbiota del bebé, pues las células humanas no pueden digerir estas complejas moléculas, más exactamente, son las bacterias las encargadas de digerirlas, fermentarlas y devolverle al bebé nutrientes esenciales, como, ácidos grasos de cadena corta, vitaminas, hormonas, enzimas, neurotransmisores. Es imposible que la industria alimenticia, pueda producir una leche artificial al menos parecida en composición y complejidad a la leche materna.
Analizar y comparar la microbiota de las cacas de bebés nacidos por parto natural con la de bebés nacidos por cesárea, así como, las cacas de bebés amamantados, con los alimentados con leches artificiales (Fig. 3), le ha permitido a la ciencia entender y definir sus diferencias, así, como establecer el papel de la microbiota en el desarrollo y crecimiento del bebé, sin embargo, quizás lo más importante, ha sido establecer complejos vínculos entre éstas dos variables; tipo de nacimiento y tipo de alimentación; con la salud y/o con las deficiencias de salud del bebé y niños en edad más avanzada: alergias, asma, autismo, enfermedades autoinmunes y otros problemas de salud de bebés y niños, se han relacionados con deficiencias en su microbiota 1,3,4 .
En mi cerebro de químico, entender y estudiar la complejidad química de la leche materna, ha sido fundamental para plantear la siguiente pregunta; ¿por qué han fracasado las dietas? Pues, nutricionalmente hemos intentado todo tipo de dieta, y, a pesar de eso, las crisis de obesidad, sobrepeso, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebro vasculares, Alzheimer, Parkinson, autismo, depresión, demencia y todo tipo de enfermedades autoinmunes, no han disminuido, por el contrario, han estado en continuo crecimiento, convirtiéndose hoy en verdaderas pandemias con impresionantes costos para las familias y los sistemas de salud a nivel mundial. Más de 4.000 millones de personas en el planeta sufren de algún tipo de ECNT (enfermedad crónica no transmisible).
La respuesta a la pregunta ¿por qué fracasan las dietas?, es simple y compleja al mismo tiempo. En mi opinión de químico, han fracasado porque ninguna de las diversas dietas propuestas en las últimas décadas, han incluido todos los componentes y elementos básicos nutricionales presentes en la leche materna. ¿Qué significa esto?, Como lo mencioné, en la compleja e inigualable leche materna están presentes, macronutrientes (proteínas, carbohidratos diversos y mucha grasa). El 55% de la leche materna es grasa y de esa grasa el 50% es saturada, la misma, que ha sido considerada dañina y responsable de generar infartos del corazón. También, hay en la leche materna micronutrientes, es decir, vitaminas y minerales (sodio, potasio, magnesio, hierro, fosforo, calcio, cobre, zinc, etc.), también, enzimas, prebióticos (HMO), muchos probióticos (bacterias), lo cual permite concluir que la leche materna es el mejor y más completo alimento simbiótico (con N), es cuando están presentes en un mismo alimento los dos, prebióticos y probióticos.
Este descubrimiento me llevo a la siguiente reflexión, ¡será que lo que es bueno para él bebé, es bueno para todos! No estoy diciendo que debemos seguir tomando leche materna, esto, sería humanamente imposible. Lo que estoy proponiendo es que la alimentación de un niño, un adolescente, un adulto y un adulto mayor debe incluir todos los componentes y elementos básicos nutricionales presentes en la leche materna. Esta propuesta, puede despertar todo tipo de pensamientos e inclusive burlas y para muchos, es una locura y un imposible. Pero si se toman el tiempo para digerirla y asimilarla, seguro, que pueden concluir que no es ninguna locura y que no solo es posible, sino que es una obligación y absolutamente lógico.
La madre naturaleza en su infinita sabiduría nos ofrece señales claras y maravillosas de sus mecanismos y funcionamiento; que la arrogancia y la estupidez humana no ha visto, no ha podido entender o quizás no ha querido asimilar y aplicar. Como ya lo pensaron y asimilaron, puedo continuar diciendo, que estamos hablando de componentes y elementos básicos nutricionales, las cantidades y requerimientos nutricionales por peso y edad del niño, adulto y adulto mayor, son temas de otra discusión. Un ejemplo, 100 ml de leche materna, tiene en promedio la siguiente composición: 37% carbohidratos (8gr), 55% de grasa (5 gr) y 8% proteína (1gr), que le transfieren al bebé alrededor de 77 Kcal. El recién nacido requerirá entre 120-180 ml de leche materna al día. Esta cantidad aumenta progresivamente, de tal forma que, a los dos meses, ya requiere en promedio 800 ml, dándole al bebé un poco más de 600 Kcal. Pero los componentes y elementos básicos nutricionales requeridos por el bebé de 2 meses son fundamentalmente los mismos: proteínas, carbohidratos diversos, mucha grasa, vitaminas, minerales, agua, prebióticos, probióticos, simbióticos, enzimas, etc. ¿Qué opinan, tiene lógica?
En los siguientes artículos, abordaremos las siguientes preguntas, ¿Qué relación existe entre hábitos alimenticios, enfermedad y salud?, ¿Cuál es la mejor dieta?, ¿Cuáles son los hábitos alimenticios que debemos incluir para tener una vida saludable y alejarnos de las ECNT? ¿Qué hacer para restablecer el equilibrio de nuestra microbiota? Los invitamos a que nos acompañen.
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