Hace algún tiempo una señora de la sociedad de Barichara muy interesada en los temas de patrimonio y movilidad, me preguntaba, sabiendo de que vivo en Villa de Leyva y viajo con cierta frecuencia a Barichara, que le contara como ha ido funcionando el proceso de peatonalización de algunas calles de Villa de Leyva. Y como me parece oportuno, continuar con ese paralelo que en artículos anteriores he ido realizando, al encontrar muchas coincidencias entre los dos pueblos más lindos de Colombia, me parece interesante comentarlo en estas amables páginas de Atisbe.

En principio, la peatonalización de la zona histórica de Villa de Leyva comenzó oficialmente en el año 2002. En ese entonces, la icónica Plaza mayor de Villa de Leyva, una de las Plazas más grandes de Sur América con más de diez mil metros cuadrados de área, se había convertido en el parqueadero más grande de Colombia. Era impresionante ver en los fines de semana y más aún en los puentes y fiestas especiales de nuestro calendario, como la bella plaza se llenaba de vehículos de todo tipo, sin que ni las autoridades ni la comunidad misma reaccionara. Todo por el mito de los automóviles y el pensamiento recurrente de pensar que, en la era del automóvil, entre más cerca estuviera el aparato del cliente, éste estaría más cómodo y de esa manera el comercio en general se beneficiaría. El debate interno entre la comunidad villaleyvana era de carácter permanente en ese sentido. De un lado los que defendían la presencia de los automóviles en la Plaza Principal y en todas las calles, y al otro los que clamaban por una peatonalización racional y por etapas. 

Finalmente, con la llegada de un alcalde progresista y con criterio, se inició lo que hoy en día ha ido mostrando más beneficios que problemas. No fue fácil. De hecho, todo lo que pudo hacer el alcalde en mención fue una solución salomónica. Inició con cerrar la mitad de la plaza para el estacionamiento de vehículos. En principio fue un lío y se hizo muchos enemigos, pero con el tiempo los hechos fueron probando lo contrario, al demostrar que los comercios que habían sido incluidos en el marco del cerramiento comenzaron a vender más que los de los del parqueo. Dados esos resultados, el alcalde siguiente completó la tarea y terminó de cerrar la plaza al acceso vehicular. Desde muchos puntos de vista el cambio fue evidente. No solamente se habían aumentado las ventas, sino que habían ocurrido otros cambios paralelamente.

En primer lugar, el aspecto paisajístico de la imponente plaza que al estar desocupada mostraba una belleza sin igual y los turistas muy satisfechos de poder llevarse unas fotos espectaculares donde la belleza arquitectónica del marco de la plaza era evidente. Igualmente, la calidad del aire mejoró de  manera definitiva al no estar expuesto el espacio público a los exostos de esos cientos de vehículos que transitaban y ocupaban el lugar. Mas adelante en el tiempo y ante los buenos resultados, se peatonalizaron otras dos carreras, en la llamada “Calle caliente” carrera muy comercial y eje turístico del pueblo.

Al principio los comerciantes dueños de almacenes de artesanías, restaurantes y cafés, presentaron resistencia, pero con el tiempo se han vuelto defensores de la medida. No solamente por la tranquilidad del espacio recuperado, la calidad del aire, el transito pacífico de los turistas y peatones, sino que económicamente aumentaron radicalmente sus ventas, volviéndose el pasaje muy exclusivo y sitio de encuentro de los turistas y locales. Unos años después el Ministerio de Cultura y la alcaldía comenzaron a elaborar un documento que planificaba la zona histórica con los parámetros del Ministerio en cuanto a los Pueblos Patrimoniales se refiere. El PEM, o plan de manejo especial del centro histórico. En ese documento es claro que el proceso de peatonalización es el camino a seguir, por supuesto de una manera paulatina y graduada para no alterar súbitamente a los habitantes y el comercio del centro histórico, poniendo un plazo para la transición. Por supuesto el proceso de elaboración, concertación e implementación del PEM ha sido largo y conflictivo pues el plan no solo contiene una reglamentación en términos de movilidad, sino de reglamentación del uso del suelo y del espacio público, afectando intereses muy poderosos de los dueños del suelo urbano, quienes de manera oportunista y desconsiderada tienden a abrir locales en cada puerta, deformando las fachadas de las casonas antiguas y demás edificios de alto contenido patrimonial arquitectónico, siendo éste precisamente uno de los atractivos turísticos principales. Pero poco a poco se anda lejos, como dice el dicho popular, y de cuando en cuando cada alcalde ha ido peatonalizando calle por calle.

El efecto actual es que en la actualidad unas ocho o diez calles alrededor de la Plaza Principal están libres de tráfico vehicular. Como podrán darse cuenta, para ello se han ido como 22 años. El ideal que se propone es la peatonalización total del centro histórico que comprende mas o menos unas treinta manzanas. Lo que si es evidente son los resultados que podíamos resumir en los siguientes puntos: mejoramiento de la calidad del aire, la salud pública, la contaminación visual y de ruido, las ventas, la seguridad y el aspecto paisajístico. Y todo lo anterior, reflejado en una mayor afluencia del turismo, y en especial de un turismo de alta calidad y capacidad de consumo. Pensando en Barichara, sería bueno la consideración y puesta en escena de un debate serio y bien fundamentado, para iniciar un proceso de peatonalización ordenado, coherente y bien planificado. Los resultados sin lugar a dudas serán evidentes, sobre todo para poder lucir limpia esa bella cara de este precioso rincón de Colombia, para el mundo.

Por Guillermo Torres Mojica

 

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