1. Un “patiafuera” debe sentirse orgulloso de serlo, porque se debe entender esta condición no en un sentido discriminatorio sino como parte de una riqueza cultural diversa.

2. Un patiafuera debe llegar y callar. Es fundamental escuchar, aprender y entender. En mi caso empecé a hablar después de seis años de haber llegado a esta hermosa tierra.

3. Un patiafuera nunca debe sentirse superior a los patiamarillos porque tiene un título o habla varios idiomas, debe practicar ante todo “el dialogo de saberes”. Siempre tenemos algo que aprender de los demás.

4. Hay patiafueras de patiafueras. Los hay amigables, pero también los hay odiosos. Hay quienes se integran y otros que definitivamente no lo pueden hacer. Nunca debemos generalizar en relación con los grupos humanos, casi siempre hay en ellos, “más hierba que paja”.

5. Como patiafuera consideré que no era buena idea cancelar el doblar de las campanas, son parte de la cultura propia y me pregunto cómo en el título de ese libro de Hemingway “por quién doblan las campanas?”

6. Todos algún día seremos patiafueras. Siempre o casi siempre tendremos que ser extranjeros en algún lugar. Los santandereanos en la costa o viceversa. Ser extraño, extranjero o migrante tiende cada vez más a volverse una clasificación excluyente y no debe ser así. Nunca debemos decir “de esta agua no beberé”

7. Todos deberíamos escuchar esta canción de Serrat (“Pueblo blanco”): “…coje tu mula, tu hembra y tu arreo sigue el camino del pueblo hebreo y busca otras lunas.
Tal vez mañana sonría la fortuna y si te toca llorar (o reír) es mejor frente al mar”
Muchos patiamarillos han logrado cumplir este anhelo de Serrat.

8. Todos somos una mezcla de todo. Guanes, Chitareros, Yariguies, Españoles, Mestizos, Negros…hasta llegar al día de hoy. Tenemos que mirarnos al espejo y preguntarnos: “¿Quiénes somos en realidad?”