La frase, ´La magdalena de Proust´ se refiere, en términos concretos, a la delgada galleta mantecosa que suele acompañar el té servido en los salones parisienses y, figurativamente, la magdalena de Proust se refiere a la llave mágica que abre el baúl psíquico en donde guardamos nuestros recuerdos más preciosos sobre el amor, la soledad, la tristeza, juntos con los demás momentos más apasionados que hemos vividos. El término, ´la magdalena de Proust´ tiene su origen, por supuesto, en la obra literaria de 7 volúmenes titulado, ´En Busca del Tiempo Perdido´, publicada por el autor francés, Marcel Proust, entre los años 1908 a 1922. Aunque el acto de remojar la galletica magdalena en una taza de té, cometido por el protagonista de ´En Busca del Tiempo Perdido´, no ocupa sino una fracción de la extensísima novela de Proust, ha llegado a compendiar su esencia; de manera parecida a la muy breve escena en la novela de Cervantes cuando Don Quijote va lanza en ristre contra las aspas de un molino de viento.
La magdalena de Proust, como recurso literario, se ha manifestado en un sin número de obras literarias y cinematográficas: recordamos, no más, ´el olor de la guayaba´ de García Márquez, el cual se refiere a la fragancia que le traía a la mente del célebre autor colombiano una cascada de recuerdos de la patria de su niñez. Iguales a estos escritores, todos poseemos nuestra propia ´magdalena de Proust´: la cual podrá ser no solamente un bocadillo o una fragancia o un olor, sino también una pieza musical o, inclusive, cualquier objeto banal.
En la película sueca, ´Fresas Salvajes´, escrita y dirigida por Ingmar Bergman, estrenada en el año 1957, lo equivalente a la magdalena de Proust es, como el título indica, la fresa salvaje, una frutilla que nace en una mata que crece en los bosques alpinos de Europa y que suele ser recogida, tanto por niños como por adultos, en paseos familiares durante los meses de primavera y verano. Además de tratarse de la incontenible fuerza de los recuerdos y de los sueños relacionados con un manjar dulce descubierto en la niñez, la película, ´Fresas Salvajes´, es un relato ejemplar en donde se hilan los sucesos que transcurren a lo largo de un peregrinaje. Enlazar personajes y hechos que aparecen durante un peregrinaje ha servido a los autores de obras literarias y cinematográficas desde los albores de la literatura misma, comenzando con la Ilíada y la Odisea de Homero, pasando por los Cuentos de Canterbury de Chaucer, e incluyendo incontables novelas y cuentos cortos, para luego llegar a las numerosísimas road movies de Hollywood. Lo que distingue la road movie, ´Fresas Salvajes´ de Ingmar Bergman es, en primer lugar, tiene como protagonista a un hombre anciano. Nunca es fácil promocionar una película cuyo personaje central sea un adulto mayor. Las audiencias masivas tienden a buscar peliculas con elencos jóvenes y hermosos, y los productores financistas del cine casi siempre les hacen caso; por lo tanto, si incluye una película a personas mayores, casi siempre ellas aparecen en papeles secundarios. Pero Ingmar Bergman pudo hacer caso omiso a dicha exigencia porque gozaba de la financiación asegurada del estado sueco; adicionalmente, durante toda su carrera como director de cine, de teatro y de ópera, Bergman fue venerado de manera casi religiosa por los públicos nacionales e internacionales, condición que le permitía crear obras artísticas con gran libertad. El interés de Bergman en retratar la vida de un hombre de la tercera edad se remontó al hecho de haber visto lo que él siempre consideraba como su película favorita: ´Umberto D´ del director, Vittorio de Sica, del año 1952. ´Umberto D´, una obra clásica del canon del neo-realismo italiano, coloca en primer plano a un pobre pensionado romano, cuya única compañía en el mundo es un perrito, el cual, un día, se pierde, entonces la historia gira alrededor de la buscada angustiante del señor Umberto D para encontrar a su amado compañero.
Pero, en contraste con Umberto D, el protagonista de avanzada edad de ´Fresas Salvajes´ no es un ser marginado, sino un médico burgués, quien ha sido, a los ojos de los demás, exitoso en todos los aspectos de su vida y quien comienza su peregrinaje desde su lujosa casa de campo a una ciudad en donde va a recibir una condecoración oficial. En su viaje en automóvil, rumbo a su destino, el doctor, quien se llama Isak Borg, está acompañado, inicialmente, solo por su nuera y, luego, por tres jóvenes en vacaciones quienes estaban echando dedo al lado de la carretera; más tarde, un matrimonio de cincuentones, rescatados de un percance con su carro en la autopista, suben al carro de doctor Borg. La interactuación con todos estos individuos desconocidos, salvo la nuera, le lleva al médico jubilado a reflexionar sobre su propia juventud, sobre su matrimonio infeliz, sobre su vida profesional y sobre su inminente muerte.
Más que ser solamente un recuento biográfico de su protagonista, la película, ´Fresas Salvajes´, del director y guionista, Ingmar Bergman, resulta ser un espejo, como suelen ser todas las grandes obras de arte. Intrínsecamente, el cine mismo es una agregación de espejos compuesta por: la cámara, por la pantalla de proyección y por el ojo del espectador. Justo porque una película es un espejo dentro de un espejo dentro de un espejo, es inevitable que, en algún momento, vamos a vernos a nosotros reflejados en ellos. Este acto de auto-reflexión a través de una obra de arte forma la verdadera razón de ser de la película, ´Fresas Salvajes´, en la cual Ingmar Bergman nos invita a medir nuestras propias vidas y, por ende, nuestras propias citas con la muerte, contra las del doctor Isak Borg en su peregrinaje, un peregrinaje que es, a la vez, la metáfora de la vida misma. El doctor se va dando cuenta que nunca es tarde para examinarse, y cuando sea necesario, para cambiar. Y más allá de estar llevando a cabo el director Bergman un estudio psicológico y moral de su personaje central, él está haciendo un examen minucioso de la sociedad en la cual se mueve el doctor anciano: la sueca burguesa de mitades del siglo 20, regida por estrictas normas sociales moldeadas por la religión luterana, las cuales incluyen el cumplimiento con el deber, la autosuficiencia, la introspección constante y, también, cierto egoísmo frente a los demás. En ultimas, además de lograr que su película sea un incisivo retrato de un individuo y de la sociedad en donde vive, Bergman logra formular una invitación al espectador a que haga lo mismo, con un ojo crítico, consigo mismo y con la sociedad que le rodea.
Mientras los espectadores de la película, ´Fresas Salvajes´, espían un combativo viaje humano en un automóvil lujoso simultáneamente están contemplando los frondosos y hermosos bosques alpinos de Suecia que envuelven a los actores a toda hora. Este medioambiente sueco es fotografiado en todo su esplendor por el camarógrafo, Gunnar Fischer quien, a través de su lente, trasmite la naturaleza como la manifestación de Dios, mudo e indiferente ante las pequeñeces de los seres humanos quienes, sin embargo, dependen de Él para su supervivencia. A lo largo de su carrera fílmica, el director, Ingmar Bergman, se distinguió por ser obsesivamente teológico. Contemplar, usualmente en un estado de angustia, la cuestión: ‘¿Existe Dios o no?’ Lo cual es un constante entre los personajes bergmanianos de celuloide. Se preguntan ellos una y otra vez: ´ ¿Cómo puede existir un Dios de misericordia cuando hay tanto sufrimiento en la Tierra?´ Para poder responder a dicho enigma, Bergman, a través de sus personajes, recalcaba la idea cristiana que acierta que el ser humano es incapaz espiritualmente e intelectualmente para entender las razones de las acciones de Dios, porque siempre las va a ver parcialmente encubiertas, lo que se expresa poéticamente en el versículo bíblico: ´a través de un espejo oscuramente´, una frase que, inclusive, servirá como título de una película de Bergman hecha posterior a ´Fresas Salvajes´.
La película, ´Fresas Salvajes´, cuenta con un elenco que incluye a varios actores y actrices quienes serán frecuentes colaboradores en la obra cinematográfica del maestro sueco. Entre ellos están Ingrid Thulin y Bibi Andersson y un muy joven Max von Sydow en el papel del dueño de una gasolinera ubicada a la orilla de la carretera. Pero el papel principal de ´Fresas Salvajes´ es reservado para quien era el gran pionero del cine mudo sueco y hollywoodiense, Victor Sjöström.
Victor Sjöström creaba una obra cinematográfica en Suecia entre los años 1913 a 1920 en donde examinaba de manera profunda los nexos que guardan los seres humanos con su hábitat, con Dios y con la Muerte. Todos temas que luego serán escenciales en la obra de su heredero artístico, Ingmar Bergman. Después de triunfar en el cine mudo de su país natal, Victor Sjöstrom emigró a Hollywood en donde dirigió varias películas mudas, siendo ´El Viento´ con Lillian Gish del año 1928, la más famosa. Pero llegando al año 1957, Victor Sjöstrom se encontraba retirado del mundo de cine y no quería trabajar más; sin embargo, ante la infatigable insistencia de Ingmar Bergman, se consintió Sjöström, a la edad de los 78 años, en interpretar el papel del anciano Doctor Isak Berg en la película, ´Fresas Salvajes´, bajo la condición de que no tendría que trabajar más allá de las 4 de la tarde, hora cuando se acostumbraba a ponerse su piyama y sus pantuflas y dedicarse a tomar unas copas de whisky en la tranquilidad de su casa. Sin embargo, debido a un acontecimiento inesperado, al final del rodaje de la película, el director Bergman tuvo que extender el horario de la jornada a causa de las exigencias de la luz natural. Consecuentemente, el maestro Sjöstrom, estrella de la película, se puso de mal genio, lo que le puso al maestro Bergman de mal genio, lo que les puso a todos los demás miembros del equipo de la película de mal genio, hasta que llegó, al fin, la última toma, la cual, según el mismo Bergman, se transformó en un momento mágico de profesionalismo por parte de todos los participantes. La toma se enfoca en el Doctor Borg recostado en su cama, al final de un día agotador, su cara en close-up, entre luces y sombras, y expresando, conscientemente o no, la observación de Oscar Wilde de que, ´Todos los hijos juzgan a sus padres, algunos, inclusive, los perdonan´; y fue dicho reposo del anciano protagonista que le dio a Ingmar Bergman uno de sus más grandes close-ups en la totalidad de su obra fílmica.
Steven Bayless.
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